En las afueras de París estaba el hospicio de Charenton, donde trataron como enfermos mentales a Paul Verlaine y el Marqués de Sade, entre otros.

En Uzbekistán, casas literarias convertidas en museos también son monumentos al diseño de interiores.

La unión soviética desarrollo la tradición de abrir casas museo.

ACTUALIDAD Filip Noubel y Zafar Atajanov

Traducido porCristian Leyton

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En Uzbekistán, las casas de escritores famosos también son monumentos a la arquitectura de interiores tradicional uzbeka.

La cultura uzbeka se desarrolló alrededor de ciudades legendarias en la Ruta de la Seda, como Bujará y Samarcanda. Esto explica por qué el diseño de interiores siempre ha desempeñado un papel importante en la vida diaria de los uzbekos, que se volvieron sedentarios mucho antes que otras naciones vecinas, como los kirguisos o kazajos, que siguieron siendo mayormente nómadas hasta principios del siglo XX.

Una de las mejores formas de descubrir el legado del intrincado diseño de interiores de finales del siglo XIX a principios del siglo XX es visitar las casas de escritores y artistas famosos. La Unión Soviética desarrolló una tradición de abrir museos en casas (“дом-музей”) o apartamentos (музей-квартира) de escritores que se solidarizaban o apoyaban los valores socialistas antes y durante el periodo comunista (1917-1991). Por lo general, un museo que alguna vez fue la casa del artista, se exhiben artefactos de la vida cotidiana, ediciones de libros y traducciones de la obra del escritor, fotos y objetos personales como ropa, gafas y plumas, como se puede ver en este video que muestra la casa del escritor ruso y soviético Konstantin Paustovsky:

 
Después de la caída de la Unión Soviética, esta tradición continuó, y se recibió a autores antes censurados y considerados «antisocialistas» en los 15 Estados postsoviéticos.

En Uzbekistán, donde se celebró a algunas figuras públicas y otras fueron encarceladas, deportadas y asesinadas en la década de 1930 por presunto anticomunismo, los museos en casas también son populares y suelen incluir jardines. Es más, las familias uzbekas tienden a ser grandes y multigeneracionales, y tienen amplios jardines para cultivar frutas y verduras, y también dan un espacio verde y fresco en un país conocido por sus largos veranos secos y extremadamente calurosos.

Uno de esos museos en la ciudad de Kokand, en el valle de Fergana, al sureste de Uzbekistán, es la casa de Hamza Hakimzade Niyazi, conocido popularmente como Hamza. Es lo que se podría considerar como un «mártir rojo» en el sentido político: como escritor, apoyó completamente el poder comunista en la Uzbekistán soviética y, como resultado, murió apedreado por musulmanes conservadores. Se le considera como el principal dramaturgo de la literatura uzbeka y un reformador clave del lenguaje.

La casa museo es pequeña, pero muestra un diseño de interiores típico de finales del siglo XIX y principios del siglo XX que hasta ahora algunos consideran fuente de inspiración en Uzbekistán. Es más, durante el período soviético, entre la década de 1920 hasta principios de la década de 1990, la arquitectura y el diseño urbano socialista eran considerados el modelo a seguir, y muchos abandonaron la decoración tradicional, al menos en los bloques de apartamentos. Hoy en día, hay un retorno a la identidad cultural uzbeka y más personas, incluso en entornos urbanos, tratan de emular el diseño de interiores tradicional.

La siguiente galería de imágenes ilustra algunos de los elementos claves de esta arquitectura tradicional exhibidos en la casa museo literaria de Hamza en Kokand.

Aquí está la entrada al museo, que muestra una intrincada talla de madera en la puerta principal.

 Entrada a la casa museo literaria de Hamza en Kokand. Foto de Zafar Atajanov, utilizada con autorización.
Esta es la sala principal que se utilizaba para recibir a los invitados en una cultura que valora mucho las normas de hospitalidad, lo que muestra una característica típica de la arquitectura de interiores tradicional: estanterías empotradas intrincadas rodeadas por un marco, a menudo utilizadas para exhibir piezas más refinadas de vajilla, utensilios de té, libros y pequeños objetos. El marco exterior está tradicionalmente hecho de madera que luego se pinta del mismo color que la pared. Se llaman «mehrob» en uzbeko, en referencia al mihrab, hornacina en una mezquita que muestra la dirección de la Kaaba para las oraciones.

 Sala principal del museo de Hamza en Kokand. Foto de Zafar Atajanov, utilizada con autorización.
Aquí hay otro ejemplo del mismo estilo tradicional de estanterías empotradas en otra habitación del museo:

 Dormitorio de la casa museo literaria de Hamza en Kokand. Foto de Zafar Atajanov, utilizada con autorización.
Otro componente clave del diseño de interiores es el techo de madera pintada que combina tallados de madera y colores vivos. Esto también se utiliza mucho en Tayikistán.

 Techo pintado en el interior del museo de Hamza en Kokand. Foto de Zafar Atajanov, utilizada con autorización.
Esta habitación muestra cómo se utiliza el mobiliario en el diseño tradicional: gruesas alfombras cubren el suelo sobre el cual las personas se sientan en posición de piernas cruzadas. Sobre las alfombras se ponen colchones delgados rellenos de algodón para hacer el asiento más cómodo. Estos se llaman «to'shak» en uzbeko y se pueden ver apilados en una de las hornacinas traseras. Una mesita se utiliza principalmente para comer y beber té. Grandes cofres de madera se usan para guardar ropa u otros objetos de valor. La hornacina central alberga instrumentos de cuerda tradicionales que también forman parte de la decoración del hogar.

 Habitación en el interior del museo de Hamza en Kokand. Foto de Zafar Atajanov, utilizada con autorización.
Aquí hay otro ejemplo de la combinación de alfombra, to'shak y una mesita cubierta con el bordado tradicional de Suzani común en muchas culturas de Asia Central:

 Habitación en el interior del museo de Hamza en Kokand. Foto de Zafar Atajanov, utilizada con autorización.
En la imagen se ve un ejemplo de los delicados tallados en madera en una puerta:

 Puerta en el interior del museo de Hamza en Kokand. Foto de Zafar Atajanov, utilizada con autorización.
Otro ejemplo de tallado en madera aplicado en un cofre, llamado «javon» en uzbeko:

 Cofre de madera tallado al interior del museo de Hamza en Kokand. Foto de Zafar Atajanov, utilizada con autorización.
A medida que Uzbekistán mantiene la tradición de las casas museo y se inauguran nuevas casas museos, los uzbekos y los visitantes tienen la oportunidad única de vislumbrar una valiosa parte de la historia cultural del país.

globalvoices.org

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